lunes, 30 de julio de 2007

Quisiera Ser - Capitulo 3

Por: Isabel

Capitulo 3

Tal vez si la dejaran de observar y susurrar a su alrededor todo seria mas fácil de sobrellevar, ¿por qué tenían que ser tan indiscretos?.

Si iban a hablar de ella prefería no enterarse o al menos que se lo dijeran directo en su cara.

“Sora, ¿te encuentras bien?” pregunto Mia a su lado mientras miraba de manera desaprobatoria a una chica de un grado menor que ellas, la cual miraba de pies a cabeza a Sora y después decía algo a una compañera.

“Ehh... si, me encuentro bien Mia. Nada de que preocuparse” contesto Sora un tanto desubicada, lo único que deseaba era llegar pronto a casa y terminar con esa terrible pesadilla, ¿pero que excusa podría darle a sus padres para quedarse otra semana mas sin acudir al colegio?.

Tenia suficiente con el interrogatorio de la semana anterior después de su discusión con Ken.

-...-

Sabia que iban a hablar de ella, lo presentía por eso prefirió no asistir al colegio. Después de todo Mia ya le había dicho que Leon había estado inventando cosas sobre ella... ahora todo se sentía tan incorrecto. ¿En que momento pensó que él era el correcto?, cuan equivocada estaba.

Mientras permanecía aquella noche aun acurrucada en su cama pensando una y otra vez en su error y se reprochaba a si misma lo estúpida que había sido al creer en él, la puerta se abrió y unos mechones castaños claros se dejaron ver desde esta. Era Ken.

“Ken, ¿qué haces aquí?”

Él no respondió nada, solo se acerco a ella decisivo y se sentó a un costado de ella en la cama y mirándola directo a los ojos hizo la pregunta que ella jamás se esperaría por parte de él.

“¿Es cierto que te acostaste con él?”

Si, habían estado hablando de ella.

Ahora, su único temor era el como decirle a su querido amigo que era cierto. Ella sabia que Ken jamás había tenido un poco de simpatía por Leon pero que por ella se había comportado de una manera impecable.

“Sora, contéstame por favor”

Ella hizo gala de la mayor de sus fortalezas y después de un largo suspiro logro confesar aquello que mantenía un ambiente tenso en su habitación.

“Si Ken, mantuve relaciones con él en una ocasión”

El alivio y pena que le siguieron a esta confesión solo fueron un indicador de que todo mejoraría.

“¡¿Pero como pudiste?!”

O tal vez no.

La forma en que Ken había pronunciado aquella interrogación era tan dolida que sintió aun mas vergüenza de si misma y no supo que decir. Simplemente observo en silencio como él se ponía de pie y daba vueltas en círculos una y otra vez, intentando calmarse.

Después de un largo silencio y de que los nervios y frustración de Ken se aplacaran ella pudo dar indicios de vida en aquella habitación, poniéndose de pie y enfrentándolo.

“Ken, yo...”

Pero él no se lo permitió, poniendo una mano sobre su boca inquirió una vez más a tono desafiante.

“Y dime Sora, ¿por qué permitiste que ese imbecil te convenciera de algo como eso? ¿Acaso no pudiste pensar en las consecuencias? ¿En lo patán que era?, de solo pensar que te puso un dedo y encima se atreve encima a humillarte de esa manera me dan ganas de...”

Con cada palabra pronunciada el tono de voz por parte de él se elevaba a deciveles alarmantes, preocupándola especialmente por que Sora sabia que sus padres lograrían oír aquella conversación y eso no traería nada bueno.

“Por favor Ken, baja el tono de voz mis padres te van a oír”

El tono suplicante de la voz de ella lo hizo entrar en razón y mirándola enternecido se disculpo de la manera mas sincera que jamás él hubiese tenido con ella.

“Lo siento Sora, es solo que realmente me tiene confundido. Pero te prometo que no voy a permitir que te vuelva a lastimar, de eso me encargo yo; ese patán se arrepentirá de haberte lastimado”

Ella sonrió tranquila y abrazándolo con fuerza logro aspirar el olor del perfume de su mejor amigo, ¿cómo era que nunca antes se había dado cuenta de lo rico que olía?.

Aquellos pensamientos los olvido por completo al momento de oír la voz de su padre en la puerta de la habitación.

“¿Todo bien cariño?”

Ella se separo de Ken de la manera mas tranquila y mirando a su padre directo a los ojos asintió, presentía que habían oído todo. Interrogatorio seguro al siguiente día.

“Lo siento Sora, no era mi intención que oyeran”

“No te preocupes Ken, creo que si te lo hubiese dicho desde un principio esto no habría sucedido... es solo que me daba vergüenza contártelo”

El silencio reino de nueva cuenta en la habitación, parecía ser que las palabras entre los dos se habían terminado, pero entonces Sora miro a su amigo directo a los ojos al momento que inquiría con tristeza.

“¿Cómo pude ser tan tonta?”

Ella sintió como las lagrimas se agloparon en sus ojos al recordar cada instante de esa noche y las palabras que él le dijo sin cansancio, pero lo que se mantenía mas constante de todos aquellos momentos con Leon era la manera de desecharla.

Ken, no podía dejar de pensar en el dolor de su amiga, solo la abrazo con fuerza mientras le propinaba palabras de aliento, algún día Leon se las pagaría todas juntas.

-...-

“Sora, ¿segura que te encuentras bien?”

Mia llevaba tiempo observándola, desde todo lo sucedido Sora se mostraba mas insegura y despistada de lo que nunca en su vida la hubiese visto, como si fuera poco se encontraban a cada instante con Leon y alguna de sus cincuenta novias rondando por todas partes y siempre alguien nuevo a quien ni conocía tenia alguna palabra hiriente para ella así no la ayudaban en lo absoluto.

“Si Mia, ya te dije que si. Deja de preocuparte”

Pero Sora sabia que no estaba bien. Estaba pensando seriamente en cambiarse de ciudad, sin embargo estaba más que consiente de que eso era totalmente absurdo, no arreglaría nada con esa actitud.

Cuando la campana del inicio de clases sonó a Mia no le quedo otro remedio mas que dejar a Sora sola e irse a su primera clase, si algo la reconfortaba al máximo era saber que Ken compartía clases con ella y de que jamás la dejaría sola.

“Bien, hora de enfrentar a los monstruos”

Esas fueron las palabras de Sora antes de ingresar al aula y encontrarse con la cara sonriente de Ken esperándola en su habitual lugar... después de todo no podía quejarse, tenia a alguien para siempre.

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